Muerte y vida, poema.

No tengo miedo a morir pero si, cierta tristeza

porque ignorante me iré

y no sabré descubrir significado esencial

de tanta repetición que encierra naturaleza.

¡Nazco, vivo muero!

La guerras siguen vigentes

y el egoísmo en los seres, sigue siendo prioridad

porque en los genes llevamos

la confusión o ceguera, que nos hace tropezar.

¿Nos hicieron ignorantes?

¡Qué pena de humanidad!

Nely García

Ignorancia.

Nely García

@nelygarcia3

·

El universo con su integridad, donde la ley del más fuerte predomina ¿ puede ser la narrativa de un ser superior para el deleite de sus lectores y nosotros como personajes somos pura ficción?. Ante la ignorancia todas las posibilidades tienen cabida.

Nely García

@nelygarcia3

·

El universo con su integridad, donde la ley del más fuerte predomina ¿ puede ser la narrativa de un ser superior para el deleite de sus lectores y nosotros como personajes somos pura ficción?. Ante la ignorancia todas las posibilidades tienen cabida.

#Tesla #SpaceX #NFTCommunity #ElPaís_cultura #@laBNF

Los supuestos perdedores. Vivencias de una emigrante española.

A mi mente llegan recuerdos de aquella joven madre que emigró a París, como tantos otros lo hacían en aquella época con la esperanza de alcanzar una vida mejor . Muchas mujeres solían ir las primeras para investigar las posibilidades de que lo pudiese hacer toda la familia. A mis ochenta y cuatro años, convaleciente de un ictus sufrido y consciente de que el fin puede estar próximo, deseo dejar plasmados algunos recuerdos que me parecen interesantes.

Una vez instalada toda la familia en la capital francesa y solventando muchas dificultades, logramos integrarnos en la sociedad de acogida. Trabajaba en lo que podía aunque esos menesteres nunca los hubiese realizado antes o no fuesen agradables, lo hacía con entusiasmo pues, con una parte del salario de mi marido y el mío, nos permitía acumular algunos francos que convertidos en pesetas, era lo bastante para nuestra ambición de entonces, que consistía en poder comprar un piso en España y, a la vuelta, tener una vida mejor en nuestro país de origen. (Esa era la ilusión que albergaban la mayoría de los emigrantes)

Nuestras divisas y el conocer otras culturas permitieron que España evolucionara. El recuerdo de ver a mis hijos escolarizados cosechando éxitos en los estudios me llena de alegría.

Los trabajos que carecían de interés, también lograron que me interesara por el arte plástico; ayudaba en las tareas domesticas a una señora danesa que era artista y con ella descubrí la pintura. Empecé a visitar los museos parisinos y los salones de pintura que abundaban en la época y sin darme cuenta el arte me mordió fuerte (como se solía decir) con una pasión que ni yo misma comprendía. Visite un taller del Barrio Latino para aprender a dibujar pero lo que más me atraía era entrar en los museos y fijarme en los colores y composiciones de las obras que me atraían. Por supuesto, a mi marido con la cultura retrógrada de la época, no le gustaba que pintase, pero mi pasión era tan fuerte, que ni él, ni nadie podía impedirlo, además, continuaba ejerciendo trabajos no gratificantes en paralelo para contribuir a la economía familiar.

El primer salón en que presenté mis obras fue en el «Salón des artistes francais» y para mi sorpresa fui admitida con tres obras, que era lo máximo. Mi pintura fue evolucionando hacia colores más atrevidos y un movimiento singular, estando mis obras presentes en casi todos los salones de entonces y la prensa que se dedicaba al arte siempre me señalaba. Reconozco que fue un tiempo feliz y, de alguna manera mi marido lo entendió, pues invitaba a sus compañeros de trabajo cuando exponía mis obras. Mi pasión por la pintura fue tan fuerte que al igual que a un automóvil cuando se le acelera demasiado le puede provocar averías, después de haber conseguido logros sentí la necesidad de parar. La última exposición que fue en la Embajada Española, con un pequeño grupo, les dije a mis colegas que lo dejaba. “No podrás” me contestaron “no podréis vosotros yo sí” les contesté. Años después, en España, lo recordaba y les daba la razón. No me siento fracasada por no haber perseverado y aprovechado las oportunidades sino todo lo contrario, me siento realizada por haber hecho en cada momento aquello que sentía en mi interior más profundo.

A finales de los años setenta, nuestro país había evolucionado y se avecinaba la democracia. Muchos de nosotros sentimos el deseo de regresar. En mi caso, porque como ya no buscaba éxito, prefería el sosiego de España).

Al regresar, muchos se sintieron extranjeros en el país que ellos, con sus divisas y con las culturas diversas conocidas, habían ayudado a evolucionar. Tuvieron muchas dificultades para encontrar un hueco, al igual que les pasó en los países de acogida. Muchos optaron por emplear sus ahorros en pequeños comercios, pero para todo se necesita experiencia y como no la tenían fracasaron. En el caso de los retornados de Francia era imposible volver porque el gobierno les había concedido una pequeña cantidad de francos, (con el primer choque del petróleo y la inflación ya no nos necesitaban y querían deshacerse de sus inmigrantes) a cambio de que entregaran toda la documentación que les había permitido trabajar allí. ¿Se les puede considerar perdedores o héroes, por haber contribuido a que el país evolucionara económicamente e intelectualmente, por las culturas que ellos traían y las divisas tan deseadas en la España de la época? Pienso que el haber iniciado el cambio y ellos mismos regresaran con un bagaje intelectual nuevo es digno de admiración aunque tuviesen que empezar de cero y nadie se lo hubiese agradecido.

Las multitudes siempre son las que pueden cambiar el curso de todos los acontecimientos para mejorar; unos pocos no sirven. En cualquier concurso literario son muchos cientos los que participan y solo uno será premiado y otros pocos mencionados. ¿Los demás pueden considerarse perdedores? Pienso que no, pues si plasmaron en sus escritos con honestidad sus percepciones aunque no se hayan acercado a la sensibilidad del jurado, o sus relatos no hayan sido adornados con técnicas académicas o por otros posibles motivos, poseen el mismo valor que los ganadores. Además, toda creación tiende a romper los moldes establecidos. He leído suficientes biografías de personajes famosos y a parte de beneficios económicos en algunos casos y la satisfacción de su ego, no cambiaría el poder llorar o reír sin que nadie lo supiera, la libertad de caminar y disfrutar del paisaje con total independencia y escribir con la misma libertad. Cada persona somos un mundo y las sensibilidades son diversas, en los mercadillos de libros, he descubierto algunas obras que me han gustado escritas por autores/as apenas conocidos

En el ámbito político no habrá verdadera democracia, hasta que todos los individuos puedan acceder de forma gratuita a una educación integral y una vez acabada su formación cada persona pueda ejercer aquello que más le motiva y tenga una disposición innata, (ya sea en continuar estudios superiores o empezar a trabajar en algo más sencillo) para ponerlo a disposición de todo el conjunto, sin que nadie tenga privilegios por lo que hagan. Cuando las multitudes estén preparadas en las sociedades habrá bienestar económico holgado, sabiduría y armonía. En esas sociedades no caben las jerarquías, ni los mandatarios.

El verdadero progreso solo puede venir cuando no existan ni «los más, ni los mejores» todos participaran dando lo mejor de ellos mismos en lo que les motiva y si sus ocupaciones tienen la capacidad de servir para el desarrollo de todo el conjunto.

Si nuestro cuerpo concedido al nacer es el vehículo con el cual podemos recorrer todos los caminos, a veces con vueltas difíciles que ofrece la vida, o que podamos pisar el acelerador y alcanzar metas impresionantes o que nos limitemos a mirar el paisaje de forma sosegada o que por desgracia, nuestro vehículo sea secuestrado por dictadores y nos obliguen a realizar trabajos no deseados impuestos, al final todos llegamos al mismo sitio.

Cuando nuestra máquina se convierta en chatarra y la debamos abandonar, si no hemos aprendido nada sobre lo esencial a saber: ¿por qué estamos aquí? ¿De dónde venimos? ¿ A dónde vamos? (si nuestra consciencia no logra ampliare seguirá existiendo en un espacio racional ignorante) nuestro esfuerzo debería de centrarse en intentar evolucionar en todos los campos (incluido el trascendente) todo lo demás carece de importancia.

Puedo felicitar a los pocos escogidos y sentirme a gusto entre los muchos llamados, mi canto se dirige a todos ellos.

Fracasado no hay fracaso

todo es cuestión de mirar

cuando miras hacia atrás

ves tus actos reflejados

en mucha diversidad

que enriquece el conjunto

con armonía integral.

Relato para concurso

#Tesla #SpaceX #NFTCommunity #ElPaís _cultura #@laBNF

#DigitalArt #Metaverse #Nasa

«Los supuestos perdedores»

A mi mente llegan recuerdos de aquella joven madre que emigró a París, como tantos otros lo hacían en aquella época, con la esperanza de alcanzar una vida mejor. Muchas mujeres solían ir las primeras para investigar las posibilidades de que lo pudiese hacer toda la familia. A mis ochenta y cuatro años, convaleciente de un ictus sufrido y consciente de que el fin puede estar próximo, deseo dejar plasmados algunos recuerdos que me parecen interesantes. Una vez instalada toda la familia en la capital francesa y solventando muchas dificultades, logramos integrarnos en la sociedad de acogida. Trabajaba en lo que podía, aunque esos menesteres nunca los hubiese realizado antes o no fuesen agradables. Lo hacía con entusiasmo, pues con una parte del salario de mi marido y el mío, nos permitía acumular algunos francos que, convertidos en pesetas, eran suficientes para nuestra ambición de entonces, que consistía en poder comprar un piso en España y, a la vuelta, tener una vida mejor en nuestro país de origen. (Esa era la ilusión que albergaban la mayoría de los emigrantes). Nuestras divisas y el conocer otras culturas permitieron que España evolucionara. El recuerdo de ver a mis hijos escolarizados cosechando éxitos en los estudios me llena de alegría. Los trabajos que carecían de interés también lograron que me interesara por el arte plástico; ayudaba en las tareas domésticas a una señora danesa que era artista y con ella descubrí la pintura. Empecé a visitar los museos parisinos y los salones de pintura que abundaban en la época y, sin darme cuenta, el arte me mordió fuerte (como se solía decir) con una pasión que ni yo misma comprendía. Visité un taller del Barrio Latino para aprender a dibujar, pero lo que más me atraía era entrar en los museos y fijarme en los colores y composiciones de las obras que me atraían. Por supuesto, a mi marido con la cultura retrógrada de la época no le gustaba que pintase, pero mi pasión era tan fuerte que ni él ni nadie podía impedirlo. Además, continuaba ejerciendo trabajos no gratificantes en paralelo para contribuir a la economía familiar. El primer salón en que presenté mis obras fue el «Salón des artistes français» y, para mi sorpresa, fui admitida con tres obras, que era lo máximo. Mi pintura fue evolucionando hacia colores más atrevidos y un movimiento singular, estando mis obras presentes en casi todos los salones de entonces y la prensa que se dedicaba al arte siempre me señalaba. Reconozco que fue un tiempo feliz y, de alguna manera, mi marido lo entendió, pues invitaba a sus compañeros de trabajo cuando exponía mis obras. Mi pasión por la pintura fue tan fuerte que, al igual que a un automóvil cuando se le acelera demasiado le puede provocar averías, después de haber conseguido logros sentí la necesidad de parar. La última exposición a la que asistí fue en la Embajada Española, donde, ante un pequeño grupo, les dije a mis colegas que abandonaba el arte. «No podrás», me contestaron. «Vosotros no podréis, yo sí», les respondí. Años después, en España, recordé aquello y les di la razón. No me siento fracasada por no haber perseverado y aprovechado las oportunidades, sino todo lo contrario. Me siento realizada por haber hecho en cada momento aquello que sentía más profundamente en mi interior. A finales de los años setenta, nuestro país había evolucionado y se avecinaba la democracia. Muchos de nosotros sentimos el deseo de regresar. En mi caso, porque como ya no buscaba éxito, prefería el sosiego de España. Muchos optaron por emplear sus ahorros en pequeños comercios, pero para todo se necesita experiencia y como no la tenían, fracasaron. En el caso de los retornados de Francia, era imposible volver porque el gobierno les había concedido una pequeña cantidad de francos (con el primer choque del petróleo y la inflación ya no los necesitaban y querían deshacerse de sus inmigrantes) a cambio de que entregaran toda la documentación que les había permitido trabajar allí. ¿Se les puede considerar perdedores o héroes por haber contribuido a que el país evolucionara económicamente e intelectualmente, por las culturas que ellos traían y las divisas tan deseadas en la España de la época? Pienso que el haber iniciado el cambio y ellos mismos regresaran con un bagaje intelectual nuevo es digno de admiración, aunque tuvieran que empezar de cero y nadie se lo hubiera agradecido. Las multitudes siempre son las que pueden cambiar el curso de todos los acontecimientos para mejorar; unos pocos no sirven. En este mismo concurso literario son muchos cientos los que participan y solo uno será premiado y otros pocos mencionados. ¿Los demás pueden considerarse perdedores? Pienso que no, pues si plasmaron en sus escritos con honestidad sus percepciones aunque no se hayan acercado a la sensibilidad del jurado, o sus relatos no hayan sido adornados con técnicas académicas o por otros posibles motivos, poseen el mismo valor que los de los ganadores. Además, toda creación tiende a romper los moldes establecidos. He leído suficientes biografías de personajes famosos y, aparte de beneficios económicos en algunos casos y la satisfacción de su ego, no cambiaría el poder llorar o reír sin que nadie lo supiera, la libertad de caminar y disfrutar del paisaje con total independencia y escribir con la misma libertad. Cada persona es un mundo y las sensibilidades son diversas. En los mercadillos de libros, he descubierto algunas obras que me han gustado escritas por autores/as apenas conocidos. En el ámbito político no habrá verdadera democracia, hasta que todos los individuos puedan acceder de forma gratuita a una educación integral y una vez acabada su formación cada persona pueda ejercer aquello que más le motiva y por lo que tenga una disposición innata, (ya sea en continuar estudios superiores o empezar a trabajar en algo más sencillo) para ponerlo a disposición de todo el conjunto, sin que nadie tenga privilegios por lo que hagan. Cuando las multitudes estén preparadas en las sociedades habrá bienestar económico holgado, sabiduría y armonía. En esas sociedades no caben las jerarquías, ni los mandatarios. El verdadero progreso solo puede venir cuando no existan ni «los más, ni los mejores» todos participaran dando lo mejor de ellos mismos en lo que les motiva y si sus ocupaciones tendran la capacidad de servir para el desarrollo de todo el conjunto. Si nuestro cuerpo concedido al nacer es el vehículo con el cual podemos recorrer todos los caminos, a veces con vueltas difíciles que ofrece la vida, o que podamos pisar el acelerador y alcanzar metas impresionantes o que nos limitemos a mirar el paisaje de forma sosegada o que por desgracia, nuestro vehículo sea secuestrado por dictadores y nos obliguen a realizar trabajos no deseados impuestos, al final todos llegamos al mismo sitio. Cuando nuestra máquina se convierta en chatarra y la debamos abandonar, si no hemos aprendido nada sobre lo esencial a saber: ¿por qué estamos aquí? ¿De dónde venimos? ¿ A dónde vamos? (si nuestra consciencia no logra ampliarse seguirá existiendo en un espacio racional ignorante) nuestro esfuerzo debería de centrarse en intentar evolucionar en todos los campos (incluido el trascendente) todo lo demás carece de importancia. Puedo felicitar a los pocos escogidos y sentirme a gusto entre los muchos llamados, mi canto se dirige a todos ellos. Fracasado no hay fracaso,todo es cuestión de mirar, cuando miras hacia atrás ves tus actos reflejados en mucha diversidad que enriquece el conjunto con armonía integral.

Añadir una nueva entrada

Guardar como borradorPublicar

Relato para concurso

#Tesla #SpaceX #NFTCommunity #ElPaís _cultura #@laBNF

Galería

Arrastra imágenes, sube nuevas o elige archivos desde tu biblioteca.Subir

Seleccionar imágenes

Galería

Arrastra imágenes, sube nuevas o elige archivos desde tu biblioteca.Subir

Seleccionar imágenes

Galería

Arrastra imágenes, sube nuevas o elige archivos desde tu biblioteca.Subir

Seleccionar imágenes

Galería

Arrastra imágenes, sube nuevas o elige archivos desde tu biblioteca.Subir

Seleccionar imágenes

Galería

Arrastra imágenes, sube nuevas o elige archivos desde tu biblioteca.Subir

Seleccionar imágenes

Galería

Arrastra imágenes, sube nuevas o elige archivos desde tu biblioteca.Subir

Seleccionar imágenes

Galería

Arrastra imágenes, sube nuevas o elige archivos desde tu biblioteca.Subir

Seleccionar imágenes

Galería

Arrastra imágenes, sube nuevas o elige archivos desde tu biblioteca.Subir

Seleccionar imágenes

#DigitalArt #Metaverse #Nasa

«Los supuestos perdedores»

A mi mente llegan recuerdos de aquella joven madre que emigró a París, como tantos otros lo hacían en aquella época, con la esperanza de alcanzar una vida mejor. Muchas mujeres solían ir las primeras para investigar las posibilidades de que lo pudiese hacer toda la familia. A mis ochenta y cuatro años, convaleciente de un ictus sufrido y consciente de que el fin puede estar próximo, deseo dejar plasmados algunos recuerdos que me parecen interesantes. Una vez instalada toda la familia en la capital francesa y solventando muchas dificultades, logramos integrarnos en la sociedad de acogida. Trabajaba en lo que podía, aunque esos menesteres nunca los hubiese realizado antes o no fuesen agradables. Lo hacía con entusiasmo, pues con una parte del salario de mi marido y el mío, nos permitía acumular algunos francos que, convertidos en pesetas, eran suficientes para nuestra ambición de entonces, que consistía en poder comprar un piso en España y, a la vuelta, tener una vida mejor en nuestro país de origen. (Esa era la ilusión que albergaban la mayoría de los emigrantes). Nuestras divisas y el conocer otras culturas permitieron que España evolucionara. El recuerdo de ver a mis hijos escolarizados cosechando éxitos en los estudios me llena de alegría. Los trabajos que carecían de interés también lograron que me interesara por el arte plástico; ayudaba en las tareas domésticas a una señora danesa que era artista y con ella descubrí la pintura. Empecé a visitar los museos parisinos y los salones de pintura que abundaban en la época y, sin darme cuenta, el arte me mordió fuerte (como se solía decir) con una pasión que ni yo misma comprendía. Visité un taller del Barrio Latino para aprender a dibujar, pero lo que más me atraía era entrar en los museos y fijarme en los colores y composiciones de las obras que me atraían. Por supuesto, a mi marido con la cultura retrógrada de la época no le gustaba que pintase, pero mi pasión era tan fuerte que ni él ni nadie podía impedirlo. Además, continuaba ejerciendo trabajos no gratificantes en paralelo para contribuir a la economía familiar. El primer salón en que presenté mis obras fue el «Salón des artistes français» y, para mi sorpresa, fui admitida con tres obras, que era lo máximo. Mi pintura fue evolucionando hacia colores más atrevidos y un movimiento singular, estando mis obras presentes en casi todos los salones de entonces y la prensa que se dedicaba al arte siempre me señalaba. Reconozco que fue un tiempo feliz y, de alguna manera, mi marido lo entendió, pues invitaba a sus compañeros de trabajo cuando exponía mis obras. Mi pasión por la pintura fue tan fuerte que, al igual que a un automóvil cuando se le acelera demasiado le puede provocar averías, después de haber conseguido logros sentí la necesidad de parar. La última exposición a la que asistí fue en la Embajada Española, donde, ante un pequeño grupo, les dije a mis colegas que abandonaba el arte. «No podrás», me contestaron. «Vosotros no podréis, yo sí», les respondí. Años después, en España, recordé aquello y les di la razón. No me siento fracasada por no haber perseverado y aprovechado las oportunidades, sino todo lo contrario. Me siento realizada por haber hecho en cada momento aquello que sentía más profundamente en mi interior. A finales de los años setenta, nuestro país había evolucionado y se avecinaba la democracia. Muchos de nosotros sentimos el deseo de regresar. En mi caso, porque como ya no buscaba éxito, prefería el sosiego de España. Muchos optaron por emplear sus ahorros en pequeños comercios, pero para todo se necesita experiencia y como no la tenían, fracasaron. En el caso de los retornados de Francia, era imposible volver porque el gobierno les había concedido una pequeña cantidad de francos (con el primer choque del petróleo y la inflación ya no los necesitaban y querían deshacerse de sus inmigrantes) a cambio de que entregaran toda la documentación que les había permitido trabajar allí. ¿Se les puede considerar perdedores o héroes por haber contribuido a que el país evolucionara económicamente e intelectualmente, por las culturas que ellos traían y las divisas tan deseadas en la España de la época? Pienso que el haber iniciado el cambio y ellos mismos regresaran con un bagaje intelectual nuevo es digno de admiración, aunque tuvieran que empezar de cero y nadie se lo hubiera agradecido. Las multitudes siempre son las que pueden cambiar el curso de todos los acontecimientos para mejorar; unos pocos no sirven. En este mismo concurso literario son muchos cientos los que participan y solo uno será premiado y otros pocos mencionados. ¿Los demás pueden considerarse perdedores? Pienso que no, pues si plasmaron en sus escritos con honestidad sus percepciones aunque no se hayan acercado a la sensibilidad del jurado, o sus relatos no hayan sido adornados con técnicas académicas o por otros posibles motivos, poseen el mismo valor que los de los ganadores. Además, toda creación tiende a romper los moldes establecidos. He leído suficientes biografías de personajes famosos y, aparte de beneficios económicos en algunos casos y la satisfacción de su ego, no cambiaría el poder llorar o reír sin que nadie lo supiera, la libertad de caminar y disfrutar del paisaje con total independencia y escribir con la misma libertad. Cada persona es un mundo y las sensibilidades son diversas. En los mercadillos de libros, he descubierto algunas obras que me han gustado escritas por autores/as apenas conocidos. En el ámbito político no habrá verdadera democracia, hasta que todos los individuos puedan acceder de forma gratuita a una educación integral y una vez acabada su formación cada persona pueda ejercer aquello que más le motiva y por lo que tenga una disposición innata, (ya sea en continuar estudios superiores o empezar a trabajar en algo más sencillo) para ponerlo a disposición de todo el conjunto, sin que nadie tenga privilegios por lo que hagan. Cuando las multitudes estén preparadas en las sociedades habrá bienestar económico holgado, sabiduría y armonía. En esas sociedades no caben las jerarquías, ni los mandatarios. El verdadero progreso solo puede venir cuando no existan ni «los más, ni los mejores» todos participaran dando lo mejor de ellos mismos en lo que les motiva y si sus ocupaciones tendran la capacidad de servir para el desarrollo de todo el conjunto. Si nuestro cuerpo concedido al nacer es el vehículo con el cual podemos recorrer todos los caminos, a veces con vueltas difíciles que ofrece la vida, o que podamos pisar el acelerador y alcanzar metas impresionantes o que nos limitemos a mirar el paisaje de forma sosegada o que por desgracia, nuestro vehículo sea secuestrado por dictadores y nos obliguen a realizar trabajos no deseados impuestos, al final todos llegamos al mismo sitio. Cuando nuestra máquina se convierta en chatarra y la debamos abandonar, si no hemos aprendido nada sobre lo esencial a saber: ¿por qué estamos aquí? ¿De dónde venimos? ¿ A dónde vamos? (si nuestra consciencia no logra ampliarse seguirá existiendo en un espacio racional ignorante) nuestro esfuerzo debería de centrarse en intentar evolucionar en todos los campos (incluido el trascendente) todo lo demás carece de importancia. Puedo felicitar a los pocos escogidos y sentirme a gusto entre los muchos llamados, mi canto se dirige a todos ellos. Fracasado no hay fracaso,todo es cuestión de mirar, cuando miras hacia atrás ves tus actos reflejados en mucha diversidad que enriquece el conjunto con armonía integral.

Abrir los ajustes del documentoAbrir el panel de publicar

  • Entrada